¿Matrimonio? Dos contratantes con derechos y deberes iguales, basados en el afecto y un proyecto de vida en común, con el deseo de manifestar de manera formal y jurídica sus preferencias al resto de los miembros de la comunidad. Un concepto que incluso para la Real Academia Española, a partir de junio de este año, incluye a las uniones homosexuales.
Persistente lucha por la adquisición de los Derechos Humanos, además del respeto de igualdad entre hombres y mujeres; son parte de la evolución como raza y más que eso, como seres pensantes y con sentimientos; pero al parecer, ese “razonamiento” no va más allá.
Según un informe de la International Lesbian and GayAssociation, países como Irán, Yemen, Sudán, Maurita y ciertas partes de África, condenan la homosexualidad con pena de muerte, ejemplo del atraso que todavía existe en ciertas partes del mundo en cuestiones de derechos y libertades; y que resulta preguntarse, ¿hasta qué punto somos razonables con la equidad que se dice tener?
“La homosexualidad no es ni un trastorno ni una enfermedad, sino una variante normal de la orientación sexual humana. La inmensa mayoría de gays y lesbianas viven vidas felices, sanas, bien adaptadas y productivas (…)En términos psicológicos esenciales, estas relaciones son el equivalente de las relaciones heterosexuales”, explicó la American Psychiatric Association en un comunicado oficial.
Agregando que la institución del matrimonio permite a los individuos un rango de beneficios que tienen un impacto favorable en su bienestar físico y mental; tema que permanece en discusión en nuestro país, en donde el mayor boom se desató con la representación de Justo Orozco y su opinión, referente a los homosexuales.
El matrimonio es una institución considerada como derecho para todas las personas, independiente de su orientación sexual; en la mayoría de las regiones esto no es aceptado para los homosexuales, debido a la discriminación y homofobia aun existente, además de justificados religiosos.
Para ello, como opciones alternativas, se encuentran lasparejas de hecho o uniones civiles, aplicadas en estados como Massachusetts, Iowa y Connecticut, en las que las parejas pueden mantener derechos similares a los de un matrimonio común.
En el 2001 los Países Bajos dieron el sí al matrimonio homosexual, continuando con Bélgica en el 2003 y España en el 2005. En América Latina, el primer país en reconocer esta legalización fue Argentina, el 15 de julio del 2010.
Quizás continuamos viviendo en un mundo en donde las posturas continúan siendo tradicionalistas y cerradas, pero al menos la aceptación y la apertura de fronteras hacia nuevos razonamientos, se empieza a lograr poco a poco, ya que pequeños porcentajes, empiezan a respetar las diferentes orientaciones sexuales.
Según datos del Proyecto de Opinión Pública de América Latina, a finales del 2010, se adquirió un 20,7% de aceptación por parte de los costarricenses, a las uniones del mismo sexo.
Aumentando estas cifras un año después a nivel internacional, con un apoyo del 56% en España, aceptando inclusive, la adopción dentro del matrimonio.
En contra o a favor, es importante que valoremos que todos somos seres humanos y debemos tener los mismos derechos. Nadie está excluido a tener sentimientos y mucho menos, compartirlos con el ser a quien amamos.
La religión puede establecer un origen del concepto matrimonio ante Dios, pero el querer compartir sus derechos y deberes con un ser querido, como institución, es parte de un poder judicial razonable.
Cada persona tiene la libertad de vivir como quiere y establecer sus propios principios, mientras no afecten a los demás. Ninguna persona puede sentirse ofendida al ser ejecutados los derechos de otra. Todos somos iguales y por lo tanto si existe el derecho de amar y legalizar ese acto, para cualquier heterosexual; los homosexuales como seres humanos, deben tener las mismas condiciones.
Adriana Hernández